Dos semanas de arduo trabajo, no se si era más difícil subir o bajar los senderos de ese cerro, comenzaba a las nueve de la mañana y finalizaba mi jornada a las ocho de la tarde cuando veía caer el sol sobre el horizonte de esa hermosa vista, el valle de Cañete.
Dos semanas solo, si por esos parajes olvidados quién podría circular, me encontré con dos arañas pollitos y un pájaro carpintero.
Al lugar donde fui a hacer este trabajo le llaman el salto, por una vertiente que cae en forma natural en el sector, está a cuatro kilómetros de la ciudad de Cañete y es la gruta donde cada ocho de Diciembre los católicos peregrinan a celebrar la Inmaculada Concepción.
La sorpresa fue morrocotuda, al parecer el restaurador llegó a ver lo que quedaba de imagen, sin ojos, sin nariz, sin manos, dos profundas grietas la atravesaban en el sector de los antebrazos y al reverso, producto de golpes propinados por inconscientes y la gran humedad del sector.
Dos semanas solo, si por esos parajes olvidados quién podría circular, me encontré con dos arañas pollitos y un pájaro carpintero.
Al lugar donde fui a hacer este trabajo le llaman el salto, por una vertiente que cae en forma natural en el sector, está a cuatro kilómetros de la ciudad de Cañete y es la gruta donde cada ocho de Diciembre los católicos peregrinan a celebrar la Inmaculada Concepción.
La sorpresa fue morrocotuda, al parecer el restaurador llegó a ver lo que quedaba de imagen, sin ojos, sin nariz, sin manos, dos profundas grietas la atravesaban en el sector de los antebrazos y al reverso, producto de golpes propinados por inconscientes y la gran humedad del sector.








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